DE CONDUCTORES, POPURRÍS Y PLANES B



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Hace unos pocos días, vi la película-documental Brexit (2019), protagonizada por el polifacético Benedict Cumberbatch. El intérprete da vida a Dominic Cummings, la mente detrás de toda la campaña previa al referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Dada la estructura circular de la cinta, esta comienza y termina con imágenes de un hipotético juicio post-brexit a su cabecilla. Como informó recientemente la Comisión Electoral británica, Cummings y sus colegas, partidarios de la opción de la salida, habían infringido la Ley Electoral, superando la financiación estipulada. Durante la comparecencia en el juzgado, se muestra visiblemente afectado por las consecuencias de su iniciativa. De hecho, llega a declarar algo así como que el proyecto era idóneo, pero no las personas en cuyas manos se había depositado su gobierno. “Perdóneme, Patria, porque he pecado”, pensaría el infractor, a lo que la Madre Patria le contestaría: “¿Te arrepientes de tus faltas, ciudadano mío?”.
Lo más fascinante es que Dominic Cummings era un tipo de segunda fila en la clase política británica la cúspide de su carrera hasta 2015, año del inicio de la campaña pro-brexit, había consistido en ejercer de asesor de Michael Gove, Secretario de Estado de Educación. Sin embargo, poseía un arma determinante: su astucia. En 2015, lanzó una iniciativa a favor de la salida del Reino Unido de la UE (“vote Leave”). Gracias a su ingenio lingüístico y a sus increíbles dotes para la manipulación, ideó una serie de mensajes breves, concisos y directos al corazón de sus votantes pero también de los indecisos, aquellos que estaban en tierra de nadie, que al final lograron decantar la balanza del lado del “Leave”. Valiéndose de una táctica basada en directos a donde más le preocupa a la ciudadanía (destino de sus impuestos, colaboración fiscal de los inmigrantes, papel del NHS equivalente a la Seguridad Social española, futuro de sus hijos, etc.), se brindó el apoyo de un amplio sector mediante lo que ahora se conoce como “pensamiento tuitero”. Y una palabra resultó clave: back (“vuelta”). Porque las viejas leyendas y la mitología compartida son lo que hace prevalecer a un pueblo (que se lo digan a Tyrion si no, que tanta polémica generó con esa salomónica decisión). Mezclen dardos emponzoñados, bulos, el poder del big data, el magnetismo de la tradición (Make America Great Again, ¿les suena?) y la versión más primitiva del pascaliano “El corazón posee razones que la razón no entiende” y ahí lo tienen: el triunfo de la uncivil war tal y como reza el subtítulo de esta producción—. El toque de sal lo aporta una cara visible: la sonrisa (y el pelo hortera pajizo) de Boris Johnson, actual Primer Ministro. “Eso es, Mr. Johnson, usted tan solo rebuzne, que nosotros ya pensamos”. Ahí está el resultado.
Todo este proceso, que parece que va para largo, tiene un plazo límite: el 31 de octubre. Si para esa fecha Reino Unido no logra un consenso interno, a Mr. Johnson solo le quedará apelar al recurso de la pataleta. Entonces veremos si el pequeño Boris se sale con la suya y sabe administrarse la paga; o si, por el contrario, debe tragarse su orgullo y vuelve escaldado al regazo de mamá Europa, que lo regañará y ¿lo apaciguará con un vaso de leche fingiendo como que aquí no ha pasado nada? Mientras tanto, solo me resta desearles un Happy Halloween a nuestros amigos de las islas y un feliz agosto a ustedes, lectores, hasta septiembre.

Sociego
Burgos, 11 de agosto de 2019



Comentarios

  1. Qué artículo tan rico.
    No quiero hacer la pelota, ni mucho menos.
    Este artículo a mi parecer es una mezcla de ficción y realidad. He leyendo muchas veces dando mil vueltas a la cabeza para poder coger el nudo de este fabuloso artículo.
    Estoy pendiente ya de otra leyenda tuya que contará lo sucedido después cuando por supuesto haya producido algo a continuación.

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