Si pudiésemos congelar el año 2019 –o, como escribiría Tácito en sus Anales, MMXIX– en
una sola imagen, ¿cómo se nos aparecería?
En caso de que optásemos por pintarlo
todo de negro, el centro de la composición lo ocuparía cualquiera de estos acontecimientos:
una de las movilizaciones estudiantiles en Hong Kong, una de las revueltas a
raíz de la inestabilidad política y financiera en los países sudamericanos, una
escena dentro de ese amago de nueva Primavera Árabe en Oriente Medio, la Union Jack desgarrada de la UE por el imparable
avance del brexit, los "chalecos amarillos" y las llamas de Notre-Dame, uno de los
disturbios del Tsunami Democràtic en
Barcelona… Y he aquí a algunos de los protagonistas de la escena, muchos de
ellos capitanes de nuestros navíos: personajes de la ralea de Bolsonaro, Trump,
Orbán, Boris Johnson, etc., salidos de las mismas cloacas del infierno.
Además de toda esta tormenta que amenaza
nuestra convivencia, otro grave problema: el cambio climático. A pesar de (y
muy a pesar de) los negacionistas y
los peces gordos, debemos confiar en el conjunto de la sociedad, muy
concienciada –o eso parece– con el bienestar de nuestro planeta. Y como la masa
necesita de líderes, ha surgido un Mesías, encarnado por una mediática cría
sueca: Greta. Pero ya se sabe que quien no cree en Dios a cualquier santo le
reza. A mí me consuela saber que otros jóvenes, mucho más preparados que ella,
son y serán el modelo para imitar; entre ellos, un buen amigo mío.
Creo que no todo son trazos negros. Entre
tantas tinieblas, también hay resquicios para la luz. 2019 nos ha dejado
grandes películas, desde la irreverente Once
Upon A Time In Hollywood, del gran Tarantino, hasta la perturbadora pero
sublime Joker, en la que Joaquin
Phoenix se marca uno de los papelones de su carrera. Dicen por ahí que tampoco
lo nuevo de Almodóvar y del maestro Scorsese dejan indiferente, pero aún no
puedo opinar. Un breve apunte sobre literatura: cerramos el año y abrimos el
2020 homenajeando, en el centenario de su muerte, la figura de don Benito Pérez
Galdós, probablemente nuestro escritor nacional por excelencia. Conviene
recordar –y celebrar– también el progreso de la ciencia. A lo largo de estos
meses, se ha logrado disminuir la tasa de mortalidad provocada por el ébola,
combatir con tratamientos la fibrosis quística o fotografiar por primera vez un
agujero negro. Y así es como, absorbidos por estos enormes engullidores cósmicos,
la estampa del populismo y los gases de efecto invernadero y lacrimógenos se cuelan
momentáneamente por un desagüe. Que se queden ahí un largo tiempo.
Mientras tanto, nosotros seguimos girando en
esta mastodóntica noria de feria. A ustedes, mis lectores –especialmente a los de
estómago delicado–, les deseo un buen viaje. Espero que su tique dé para
muchas vueltas más, aunque a veces esta atracción maree demasiado.
Sociego,
Burgos,
31 de diciembre de 2019
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